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17 de noviembre de 2020
Ser padres de niños pequeños, ¡tantas oportunidades de aprendizaje en tan poco tiempo! Nuestros hijos no sólo nos enseñan a ser padres, si les dedicamos un poco de tiempo, sino que también nos enseñan a ser mejores personas.
Nuestros hijos pueden ayudarnos a desprendernos de malos hábitos, a tomarnos las situaciones a la ligera y a aprovechar cada oportunidad que se nos presenta para aprender algo nuevo. Después de pasar dos años criando a mi hija en casa, he aprendido mucho sobre la facilidad con la que los niños pasan por la vida, ¡y eso ha hecho que mis experiencias cotidianas sean aún más increíbles!
He aquí 6 de las mayores lecciones que he aprendido de mi hija durante mi viaje como madre, lecciones por las que le estaré eternamente agradecida.
Los niños pequeños dejan pasar las cosas. No nos guardan rencor, no se pasan el día enfadados con nosotros por haberles disgustado por la mañana. Es increíble imaginar lo ligeros que deben sentirse al ser capaces de olvidar los sentimientos negativos en menos de un minuto.
A todos nos vendría bien una lección de perdón. Fíjate en lo dispuesto que está tu hijo pequeño a jugar con el amigo que le mordió ayer y pronto te darás cuenta de lo agradable que es perdonar y olvidar.
Ve al parque con tu hijo pequeño y verás cómo se hace un nuevo amigo al cabo de 20 minutos. Es maravilloso lo fácilmente que los niños se abren a la comunicación con sus compañeros, y creo que hay mucho que aprender de ello. Esto puede aplicarse a los compañeros de trabajo, a las mamás que ves repetidamente en el colegio, e incluso puede ayudarte a fortalecer las relaciones que ya tienes.
Observa el mundo a través de los ojos de tu hijo pequeño y verás rápidamente que hay belleza en todo. Las nuevas experiencias, objetos, sonidos y personas fascinan a los niños: se convierten en esponjas dispuestas a absorber todo lo que hay que aprender de todas las cosas y situaciones nuevas.
Los niños pequeños saben lo que quieren y no están dispuestosa rendirse fácilmente. Llorarán, cogerán una rabieta, se lo llevarán a escondidas cuando no estés mirando o hablarán de ello hasta que cedas. Harán lo que sea para conseguir lo que quieren.
Aunque puede resultar frustrante que tardes 20 minutos en recorrer 100 metros, detente un segundo a observar por qué tu hijo tarda tanto. La mayoría de las veces es porque se detiene a jugar o a mirar algo nuevo. En tu próximo paseo hasta la tienda, disfruta del trayecto en lugar de centrarte sólo en llegar a tu destino: te divertirás mucho más.
Los niños pequeños no saben mentir, ¡es increíble! Podemos hacer que nos digan lo que queramos y lo confiesan todo. ¿Y no hace las cosas mucho más fáciles ese tipo de honestidad? Imagina cómo te sentirías si dijeras la verdad todo el tiempo, si fueras sincero y honesto con la gente y pensaras en tus acciones para que no fuera necesario mentir. Qué mundo sería ese.
Cuando las cosas se pongan difíciles, respira hondo y compórtate como lo haría tu hijo pequeño.
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